El árbol es símbolo de vida. La vida, tan bella, pero también tan difícil, tan dura a veces. Que nos exige combate, y que inevitablemente acaba en la muerte. Es vida con minúscula. Nos parece imperfecta. Y lo es. Porque está en proceso.
Queridos lectores, hoy vamos a hablar de Del árbol del conocimiento al árbol de la Vida, escrito por Pilar Encuentra y publicado por el Grupo Editorial Europa.
Del árbol del conocimiento al árbol de la Vida es un ensayo genial que nos ofrece una interpretación interesante e innovadora sobre el relato bíblico de Génesis 3.
A través de un análisis preciso y profundo, la autora intenta conciliar la visión antropológica del cristianismo con el pensamiento contemporáneo.
Interesante, ¿verdad?
Sí, y es por eso que en el Grupo Editorial Europa entrevistamos a Pilar Encuentra para conocerla mejor y descubrir algo más sobre Del árbol del conocimiento al árbol de la Vida.
A continuación ofrecemos la entrevista a la autora.
¡Buena lectura!
¿Qué le gustaría decirle a sus lectores?
Mi objetivo es que este libro proporcione a los lectores una nueva luz, que genere una reflexión a partir de una relectura, luminosa e iluminadora, del libro de los libros.
La Biblia no es un libro desfasado y en absoluto desmentido por los avances de la ciencia. Al contrario, la considero una brújula para orientarnos en este mundo de confusión. O una lámpara. Y una lámpara no está destinada a ser escondida, sino que “se pone en el candelero para que alumbre a todos los que están en la casa” (Mt 5,15).
La casa hoy está habitada por una humanidad que enarbola la razón como fuente de verdad. Que ama la libertad y rechaza toda autoridad opresora, especialmente si es irracional. Me identifico con esta humanidad. Pero percibo que el incuestionable avance científico nos ha deslumbrado, y hemos caído en cierto narcisismo, que es lo más opuesto al amor. Dios es amor. Y el amor, la necesidad esencial de todo ser humano.
Benedicto XVI dijo que toda la Biblia podía resumirse en esas tres palabras: Dios es amor. Ningún texto bíblico puede contradecir esa verdad esencial. Ni siquiera desfigurarla o difuminarla. Estoy convencida de que la interpretación de Génesis 3 que propongo en este libro cumple con ese requisito. No así, la de la expulsión del Paraíso, que ofrece la imagen de un Dios celoso y agresivo, incluso injusto con los descendientes de aquella primera pareja humana que supuestamente pecó. Un dios incomprensible e inaceptable para el hombre de hoy, que sigue estando tan necesitado de amor como siempre. Y, por tanto, tan necesitado de Dios. Ese hombre es, a mi entender, la verdadera “periferia” a la que el Papa pide salir al rescate.
¿Hay un momento en particular que le empujó a escribir este libro?
Ha sido un larguísimo proceso por el que creo haber sido conducida lentamente, con tiempos y momentos cruciales. Todo empezó una madrugada del año 1985. Tenía 28 años y dos hijos pequeños. Estaba atravesando una etapa difícil y muy dolorosa por la difícil conciliación entre mi vida familiar y laboral que me arrastró a una crisis matrimonial. Físicamente, me sentía muy debilitada. Emocionalmente, rota. Trabajaba como periodista en un diario y no podía concentrar ya mi atención en las noticias. Hablé con mi director, que me concedió, sin la más mínima objeción, la semana de vacaciones que le pedí. Era un viernes. Apenas 24 horas después, en la madrugada del sábado al domingo, era una persona totalmente nueva. Tuve una experiencia extraordinaria (la palabra “extraordinaria” es literal), una especie de renacimiento. Ocurrió leyendo “Clea”, de Lawrence Durrell. Comencé un capítulo titulado “Conversaciones con el hermano asno” en voz alta mientras experimentaba esa transformación. No sabía qué era lo que me estaba pasando. Y mientras estaba viviendo en ese estado de plenitud, me sorprendió lo sublime que puede llegar a ser la vida humana.
Inmediatamente vino a mi mente el texto del Génesis 3, pese a que hacía años que había dejado la práctica religiosa, intuí que aquella historia debía tener un significado profundo. Veinte años después, me fue desvelado. Ocurrió un atardecer en un aula del viejo seminario de Tarragona donde habían empezado mis estudios de Ciencias Religiosas. Desde aquel momento, decidí transmitirlo.
¿En qué escritores se inspiró?
El mismo autor del texto bíblico ya me inspiró. Fue en un instante. ¡Me parecieron tan claros los símbolos que utiliza!: El nombre del árbol del que comieron, que es identificado como árbol del “Conocimiento del Bien y del Mal”. El efecto que produjo el fruto: “se les abrieron los ojos”. La reacción por parte de la pareja humana: “Iban desnudos y se vistieron”. Dejaron de verse como un animal más. No fue una caída, sino un salto evolutivo fundamental. Lo vi claro. A lo largo de ese curso y de los cuatro siguientes fui descubriendo autores de las distintas disciplinas (Teología, Filosofía, Fenomenología, Psicología, Sociología…) en cuyas obras exponían argumentos que sostenían y daban consistencia a esa intuición. En todos ellos me inspiré. Yo iba apuntando en los márgenes de mis libretas de apuntes, clase tras clase, aquel primer curso y los cinco siguientes, todos aquellos argumentos, que, junto a otras lecturas que me indicó mi director de tesina, fundamentaron racionalmente aquella intuición inicial.
¿Cuándo nació su pasión por la escritura?
Como lectora, me parece apasionante que los pensamientos más sinceros, y ricos, y profundos, de personas sabias o santas puedan llegar hasta nosotros directamente superando el tiempo y el espacio.
Personalmente, cuando terminé la carrera de Periodismo y empecé a trabajar, descubrí la fuerza que tiene la palabra escrita e impresa. Disfrutaba cuando podía escribir artículos, entrevistas o reportajes en profundidad sin estar sometida a la inmediatez de la noticia diaria.
Pero más que la escritura, me apasiona la comunicación en general. He disfrutado también en clase, con mis jóvenes alumnos de instituto. Sus miradas me decían si lo estaba haciendo bien. Los veía atentos cuando les decía algo de interés y se me escapaban si lo que les explicaba no lo era. La interpretación de este texto bíblico que les propuse les interesó desde el primer instante. La acogieron de forma absolutamente natural. Esos chicos a los que el profesor de Ciencias les explica la teoría de la evolución de Darwin no pueden llegar a concebir que nuestros ancestros vivieron en algún momento en un Paraíso, del que fueron expulsados por Dios. Mis alumnos le contaron a su profesor de Tecnología como la pedagogía de Dios también se adapta a la evolución humana. Ese profesor me pidió que le avisara cuando se publicara este libro.
¿Por qué eligió este título?
Porque ejemplifica muy bien lo que quiero transmitir. La creación del mundo como un proceso, que continúa. Un día, cuando ya había comenzado a trabajar en la elaboración de mi tesina, me encontré durante una guardia en el instituto un libro de texto de Religión con una imagen que refleja muy fielmente esa misma idea. Es la que ilustra la portada del libro.
Se trata de una sábana de Cuaresma de un pintor haitiano, Jacques-Richard Chry, en la que se ve una imagen del mundo y en el centro a Cristo crucificado en el Árbol de la Vida. Las ramas de ese árbol están unidas a las raíces del árbol del conocimiento del Bien y del mal, a cuyo lado están Adán y Eva. Esa imagen me regaló el título.
El árbol es símbolo de vida. La vida, tan bella, pero también tan difícil, tan dura a veces. Que nos exige combate, y que inevitablemente acaba en la muerte. Es vida con minúscula. Nos parece imperfecta. Y lo es. Porque está en proceso. Imaginemos el taller de Miguel Ángel mientras hacía su “Moisés”. Si hubiera llegado alguien al taller, pensando que la escultura era definitiva, la habría encontrado fea. Al mármol, le faltaba que la mano del artista le diera la forma definitiva. Nuestra forma definitiva es Cristo: “He ahí el hombre”.
Ese camino es el que va del árbol del conocimiento al árbol de la Vida. Necesitamos ser alimentados por Cristo, Dios mismo, que al encarnarse injertó su árbol al nuestro y estamos absorbiendo su savia.
En el Grupo Editorial Europa agradecemos a Pilar Encuentra por su amable disponibilidad y le deseamos buena suerte con Del árbol del conocimiento al árbol de la Vida.
Este es todo por hoy… nos vemos próximamente con tantas novedades en puerta…
Besos y Abrazos
Rachele